23 de febrero de 2014

Psicología: inteligencia, racismo y actitud conservadora -www.despiertaterapias.com-



Queremos compartir con ustedes este interesante artículo del blog Despierta Terapias (enlace: http://www.despiertaterapias.com/psicolologia/psicologia-inteligencia-y-actitud-conservadora/) a fin de entender algunos factores psicológicos que influyen en la actitud racista.

Una inteligencia pobre predispone a mantener actitudes racistas, homófobas y socialmente conservadoras (Universidad de Psicología de Ontario, Canadá).
Ésta es la llamativa conclusión de un minucioso estudio realizado por la Universidad Brock de Ontario (Canadá), publicado por la prestigiosa revista Journal of Psychological Science.
Los investigadores se basaron en los datos de dos estudios independientes que pretendían buscar la posible correlación entre el coeficiente intelectual y las actitudes prejuiciosas. El primer estudio comenzó en 1958, cuando un conjunto de niños británicos de entre 10 y 11 años, fueron sometidos a distintas pruebas de inteligencia y capacidad de razonamiento abstracto. El segundo estudio, con el mismo objetivo y metodología, se llevó a cabo con niños nacidos en el año 1970, esta vez estadounidenses.
Tanto los niños nacidos en 1958 como los nacidos en 1970, fueron objeto de un seguimiento y nuevamente contactados cuando tenían entre 30 y 33 años. Pero en esta ocasión las pruebas a que fueron sometidos no pretendían medir su inteligencia o capacidad de razonamiento, sino sus opiniones y actitudes. En el caso de los niños nacidos en 1958 los tests se centraban en el grado prejuicio racial y de un factor que los investigadores denominaron Conservadurismo Social. Las actitudes racistas se medían con ítems tales como: “¿Le importaría trabajar con personas de otras razas?”, mientras que el concepto de Conservadurismo Social se relacionaba con el grado de adhesión a ideologías conservadoras en lo familiar, social y religioso, con preguntas tales como: “¿Está de acuerdo en que la vida familiar sufre si la madre trabaja a tiempo completo?”. En el caso del estudio comenzado en 1970, lo que se pretendía medir eran básicamente las actitudes homófobas de los sujetos.
Una vez recogidos ambos tipos de datos, los de inteligencia en la infancia y los de actitudes prejuiciosas y conservadoras en la edad adulta, se calculó la correlación matemática entre ambos y los resultados no dejaron lugar a dudas: Los niños con niveles más bajos de inteligencia y peor capacidad de razonamiento, tendían significativamente a sostener opiniones racistas, homófobas y socialmente muy conservadoras cuando se les entrevistaba en la edad adulta. En el caso del estudio de 1970, los investigadores controlaron el factor nivel de educación, por si era ésta la variable que podía estar causando la correlación. Pero el resultado fue negativo: Los niños con bajas capacidades de razonamiento se convertían en adultos con opiniones significativamente más homófobas, independientemente del nivel de estudios alcanzado.
Los resultados son rotundos y únicamente admiten un par de matices. La investigadora Stephanie Pappas señala que los cuestionarios que se pasaron para la medición de actitudes no contaban con ningún instrumento psicométrico capaz de detectar la sinceridad de los individuos. Esta objeción apunta en la dirección de que es posible que los sujetos tuvieran actitudes ocultas y que los más inteligentes fueran los más propensos a mentir deliberadamente en los tests, sabedores de que las opiniones racistas son poco deseables socialmente.
El otro matiz se refiere al hecho de que los niños que habían obtenido puntuaciones bajas de inteligencia, también decían, al llegar a la edad adulta, haber tenido muchos menos encuentros y contactos con personas de otras razas, lo que podría haber contribuido a mantener una estructura de actitudes mucho más prejuiciosas.
En realidad, aunque estos factores pueden haber tenido alguna repercusión en el resultado, es difícil poderles atribuir la capacidad de contaminar el estudio hasta el punto de invalidarlo. La primera objeción hace referencia a una vieja conocida de la psicología experimental llamada deseabilidad social. La deseabilidad social es la tendencia comprobada de los sujetos a agradar al experimentador, a mostrar su mejor cara en contextos de relación social y, en general a ocultar los defectos mientras se hace gala de las virtudes. El efecto más intenso puede encontrarse en entornos con un fuerte componente evaluativo, tales como las entrevistas de trabajo. Sin embargo es dudoso que este factor esté relacionado con el nivel de inteligencia del sujeto y parece ser más bien una tendencia innata y universal, que puede encontrarse incluso en especies no humanas que cuenten con un alto grado de complejidad social.
Con respecto al segundo matiz, en realidad más que una objeción a los resultados generales del estudio, parece una confirmación de las conclusiones. El hecho de que niños con menor nivel de inteligencia hayan rehusado tener contacto social con personas de otras razas es ya de por si sumamente indicativo de una actitud más racista. Y aunque esta auto-limitación pueda entenderse en parte como una causa de las actitudes prejuiciosas en la edad adulta, también puede concebirse como una consecuencia de la incapacidad del sujeto menos dotado, para enfrentarse a realidades culturales muy alejadas de la suya. Esta incapacidad de entender al diferente llevaría a un rechazo social que daría inicio a un círculo vicioso, dado que para enjuiciar la realidad tenemos que tener contacto con ella y es difícil que alguien con prejuicios hacia otra raza varíe su opinión de ella si jamás se relaciona con ninguno de sus miembros.
A la vista de los resultados, los investigadores canadienses hipotetizan que “las personas que tienen problemas para comprender la complejidad del mundo pueden ser las más propensas a mantener posturas conservadoras y prejuiciosas”. Esto se debería a su anhelo de vivir en un mundo dotado de una estructura sencilla, comprensible por ellos y sin ningún tipo de matices; y por el contrario, lo que la realidad les muestra es un mundo lleno de complejidad, de caos, de perspectivas y de sutilezas. Por contra, el dogma religioso y el autoritarismo les proporcionarían un refugio irreal, prometiéndoles un mundo ordenado, construido en base a opiniones y normas inapelables, fáciles de comprender y sumamente sencillas de seguir.

Manuel Vitutia Ciurana


Psicólogo y colaborador de Despierta Terapias

manuelvitutia@gmail.com

Extenso artículo en lengua inglesa en: http://www.livescience.com/18132-intelligence-social-conservatism-racism.html

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